La fundación del Monasterio de Santa Catalina de Siena tuvo lugar, con la bendición de la Iglesia y demás dependencias, el día 23 de abril del año 1611.
Al día siguiente, tras la Misa Solemne y reserva del Santísimo Sacramento en la Iglesia del Monasterio, hicieron su entrada en el recinto conventual las cuatro fundadoras, procedentes de Sevilla.
La iniciativa de fundar un Monasterio de Monjas Contemplativas Dominicas en La Laguna se debe al Capitán Juan Cabrejas y su esposa, María Salas.
El día 15 de septiembre del año 1600, el Capitán Cabrejas, para edificar el Monasterio, compró casas, que habían pertenecido al Adelantado Alonso Fernández de Lugo, cediéndolas a la Orden en la persona del provincial, Pedro Marín.
En mayo de 1606, don Francisco Martínez de Ceniceros, obispo de Canarias, concedió la licencia para la fundación, solicitada por fray Pedro Marín, vicario provincial de la Orden de Predicadores.
En el año 2011 se conmemoró el año jubilar de los cuatrocientos años de presencia contemplativa dominicana en esta ciudad de La Laguna.
Santo Domingo de Guzmán funda primero las Monjas porque, según las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, estaba convencido del valor de la oración en su lucha contra los errores que apartaban de la fe a los creyentes.
Por eso en Prulla (Francia), puso los cimientos de la vida contemplativa, destacando que la vida apostólica debe tener como apoyo, como raíz y fundamento, la vida de oración, de intercesión, de alabanza, de expiación; el apostolado, el anuncio del Evangelio, tienen que brotar de la vida de oración. Desde Prulla, las monjas dominicas se extendieron por todo el mundo, llegando a Canarias en cuyas islas florecieron varios monasterios, de los que sólo perdura este Monasterio de Santa Catalina de Siena.
Por tanto, las monjas contemplativas Dominicas de La Laguna llevan cuatro siglos de entrega a la alabanza de Dios y a la salvación de las almas como ofrenda de intercesión. La celebración de este año jubilar ha transcurrido con abundantes gracias para todos aquellos que quisieron acercarse al Monasterio para ganar las indulgencias concedidas por la Santa Sede con motivo de este año jubilar.