Nuestro Jubileo, en el que conmemoramos los 800 años de la confirmación de nuestra Orden, se celebra junto a otro jubileo en el Año Santo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco para toda la Iglesia. ¿Casualidad? ¡NO!, Providencia.
La misericordia no es una invención, una novedad pasajera de algo que se celebra durante un tiempo, como por ejemplo el año jubilar que ha determinado el Papa Francisco. No, la misericordia es la esencia de Dios, su característica más propia y distintiva, aquello que lo hace ser Él mismo.
En una ocasión oí una definición de misericordia: “un corazón que se compadece, que es capaz de asimilar la miseria, la pobreza del otro, que la hace suya para poder comprender lo que el otro vive, o tiene que vivir”. Para comprender el sufrimiento del otro hay que caminar un poco con “sus zapatos”, hacer nuestros sus problemas y dificultades. Aquí nos viene rápido a la mente el grito de Nuestro Padre Santo Domingo en favor de los pobres, de los necesitados, de los pecadores “¿Qué será de los pobres pecadores?”
A Nuestro Padre se le llama Predicador de la Gracia, de la Misericordia. Todos recordamos la pregunta que se nos hace al pretender pertenecer a la Orden: ¿Qué pides? “La misericordia de Dios y la vuestra”.
El Jubileo de los 800 años de la Orden de Predicadores, es un acontecimiento único que no puede pasar por nuestras vidas sin más, “sin pena ni gloria”. Han sido 800 años de historia, de vida y misión. Hay motivos para el júbilo en la Familia Dominicana. Durante ocho siglos ha habido mucha vida evangélica en los hermanos y hermanas. Ha habido mucho celo y desvelo en la misión evangelizadora.
Este año es la culminación de lo que empezamos las monjas en el año 2006, que se cumplían los 800 años de nuestra fundación. Toda la Orden lleva preparando este Jubileo que ahora culmina, con este lema tan nuestro: “Enviados a predicar el Evangelio”. Este Año Jubilar lo comenzamos el 7 de noviembre de 2015, festividad de Todos los Santos de la Orden, y se clausurará el 21 de enero de 2017. El Jubileo recuerda las Bulas promulgadas por el Papa Honorio III hace ocho siglos confirmando la fundación de la Orden, el 7 de noviembre de 1215, y la bula “Religiosam Vitam”, del 22 de diciembre de 1216.
La celebración del Jubileo significa para la Orden entrar en un proceso dinámico de renovación que culmine con en el envío de los herman@s a predicar, al igual que Domingo envió a los primeros hermanos por todo el mundo.
Se nos invita a volver a los orígenes de la Orden, para recordar el momento fundacional en el que Santo Domingo envió a nuestros primeros hermanos fuera de su casa, de su familia, de su nación, para que descubrieran el gozo y la libertad de la itinerancia, porque “el trigo amontonado se pudre”. Ser enviado como discípulo de Cristo significa algo más que el mero hecho de moverse de un sitio para otro: siguiendo a Cristo somos enviados a predicar el Evangelio. Compartimos el gozo y la libertad de ser enviados juntos con toda la Familia Dominicana.
A todos nosotros: frailes, monjas, hermanas, seglares ¡a todos! Como miembros de la Familia Dominicana, se nos envía como anunciadores del Evangelio de la paz.
Se nos envía pues a predicar el Evangelio como una familia, que no es solo una manera de expresar las convergencias entre varios grupos que tienen un mismo propósito, sino que expresa un modo de evangelización.
La unidad de nuestra Orden, la “identidad dominicana” es la de una familia, la de una comunión, constituida por el vínculo orgánico entre evangelización y contemplación de aquella verdad que es la Palabra viva que vino a este mundo. Que intentamos vivir con la oración el estudio y la fraternidad, según el estado de vida de cada uno.
Así pues, frailes, monjas contemplativas y laicos, a los que se sumaron más tarde las hermanas de vida apostólica, formamos la gran Familia Dominicana
Hombres y mujeres dominicos a lo largo de estos 800 años de existencia han predicado el Evangelio a través de la palabra y la escritura, por medio de su compromiso en favor de los más pobres y la promoción de los derechos humanos, a través de la música y las artes, a través de la vida de las comunidades y la celebración de los sacramentos… Muchos dominicos también han sido grandes misioneros por todos los rincones del mundo.
En la actualidad tenemos cerca de 6.000 frailes, unas 2.700 monjas de vida contemplativa, unas 23.000 hermanas de vida activa, unos 165.000 laicos dominicos y alrededor de 275 sacerdotes diocesanos que pertenecen a fraternidades sacerdotales de la Orden.
Festejar los 800 años, los 8 siglos de existencia de la Orden de Predicadores, no consiste tanto en conmemorar un aniversario, cuanto en proyectarnos con entusiasmo hacia el porvenir de nuestro carisma, de lo específico de nuestra vida dominicana contemplativa. Por último, recordar que vale la pena ¡y las penas! ser dominic@, ser tod@ de Dios, vivir para ALABAR, BENDECIR y PREDICAR.